Reflexión:
Ver para creer o creer para ver
Por MSc Diamaris Silva
En esta reflexión, tal vez un poco personal, quisiera tocar
al ser humano y a esa fuerza interna que mueve a cada una de las personas en la
búsqueda y logro de sus objetivos, sin caer en discusiones relacionadas con la
religión y la psicología, porque respeto el conocimiento de cada uno de los
profesionales de estas áreas.
Como seres intelectuales, siempre tratamos de buscar pruebas
visibles y racionales para poder creer en lo que estamos haciendo. Así pasamos
la vida, buscando creer en algo o en alguien para darle un sentido a nuestra
existencia, encontrar un sentido que justifique nuestros actos, porque creer es
indispensable para estructurar nuestro marco de referencia que guíe nuestro
proceder, nuestras ideas y poder exponerlas con confianza.
Buscamos asirnos de lo que está fuera de nosotros y no
afianzarnos en lo interno. Las grandes personas que han influido en la
historia, que han sido seres innovadores, han creído en su lucha, en sus
estrategias, en sus acciones, reforzados por los conocimientos adquiridos, por sus
potencialidades y por su fuerza interna que para algunos se llama Dios, para
otros Don, cada quien es libre de ponerle el nombre que considere.
La vida es un constante creer, creer en las personas que nos
rodean, en lo que palpas, en lo que ves, en lo que haces, en lo vivido. De allí mi
frase preferida "ver para creer", tal como le sucedió a Tomás, cuando los apóstoles le dijeron "hemos visto al Señor" y él
respondió “si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi mano en
su costado, no creeré”; pero cada uno de ustedes, durante esta semana, me ha
ayudado a entender que antes de ver para creer, debo creer en
lo que veré.
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